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Aula de los medios : poesía, cine y fotografía en el «Seminario Permanente Arcadia Babélica»

por SERRA, Pedro

Libro
ISBN: 9788490122341

El objetivo del coloquio internacional Poesía, Cine & Fotografía. Metadiscursos y estudios de caso –evento que acogió los días 25 y 26 de mayo de 2010, en el Área de Filología Galega e Portuguesa de la Universidad de Salamanca, los trabajos del grupo internacional de investigación ‘Lyra Compoetics’, actividad integrada en el Seminario Permanente Arcadia Babélica– fue el de estudiar las relaciones entre el discurso poético y los discursos fílmico y fotográfico. El encuentro tuvo un perfil multidisciplinar y plurilingüe, con presentaciones en lengua española, gallega, portuguesa, francesa e italiana.

El objetivo del coloquio internacional Poesía, Cine & Fotografía. Metadiscursos y estudios de caso –evento que acogió los días 25 y 26 de mayo de 2010, en el Área de Filología Galega e Portuguesa de la Universidad de Salamanca, los trabajos del grupo internacional de investigación ‘Lyra Compoetics’, actividad integrada en el Seminario Permanente Arcadia Babélica– fue el de estudiar las relaciones entre el discurso poético y los discursos fílmico y fotográfico. El encuentro tuvo un perfil multidisciplinar y plurilingüe, con presentaciones en lengua española, gallega, portuguesa, francesa e italiana. El enfoque de las diferentes intervenciones ha privilegiado tanto cuestiones de índole metadiscursivo –es decir, la investigación de los modos como el cine o la fotografía son objeto del discurso poético y la poesía es objeto de los discursos fílmico y fotográfico– como el análisis de obras y autores específicos. Asimismo, el ángulo de apertura de los espacios culturales privilegiados tiene como vértice múltiple los ámbitos ibérico, europeo e íbero-americano, buscando en ellos ‘campos de fuerza’ que concurran para la inteligibilidad de los procesos modernos de la Poesía y del Cine. En este sentido, participaron en el encuentro investigadores de universidades europeas (Firenze, Porto, Salamanca, Santiago de Compostela, Sorbonne Nouvelle, Utrecht) e norte-americanas (Brown, Georgetown).
El grupo de investigadores que integró el coloquio –Amelia Gamoneda (Univ. de Salamanca), Catherine Dumas (Univ. de Paris III), Joana Matos Frias (Univ. do Porto), Luiz Fernando Valente (Brown Univ.), Manuel Outeiriño (Univ. de Santiago Compostela), Paolo Néné (Univ. de Paris III), Patrícia Vieira (Georgetown Univ.), Paulo Medeiros (Univ. de Utrecht), Pedro Eiras (Univ. do Porto), Pedro Serra (Univ. de Salamanca), Piero Ceccucci (Univ. di Firenze) y Rosa Maria Martelo (Univ. do Porto)– tuvo como objeto electivo el estudio de las relaciones entre palabra e imagen visual. Cabe, pues, dentro del marco teorético de los llamados estudios interartes, cuyo desarrollo, en las últimas décadas, encarna uno de los ámbitos más interesantes y productivos de la literatura comparada. La formación y trayectoria académica de los participantes, en este sentido, está prioritariamente vinculada a lo literario, y la implicación en los estudios interartísticos no puede dejar de inscribirse en el proceso de profundas mutaciones que viene determinando el espacio académico de las llamados studia humanitatis. Lo que vulgarmente y, hay que decirlo, de modo acrítico (en muchos casos suplementado por un más o menos asumido cinismo) se viene conociendo como ‘crisis de las Humanidades’. El sistema académico del Estado Español no parece haber representado el intenso (a la postre y en gran medida, estéril) discurso miserabilista de unos estudios humanísticos en crisis. No cabe, en esta breve prefacio, la reflexión sobre la resistencia de la Academia del Estado Español a un fenómeno que ha tenido un impacto de gran calado en las academias anglosajonas. Cuando se moviliza un determinado campo cultural en torno a un turbio objeto como el que la palabra ‘crisis’ refiere, casi siempre se termina instalando un infértil frontón de lamentaciones que no se agotan tan fácilmente (las jeremiadas decadentistas acaban funcionando por inercia). Las humanidades siempre han estado en crisis o, como acertadamente formuló hace unos años Hans Ulrich Gumbrecht, los humanistas, los filólogos, los teóricos de la literatura son, precisamente, especialistas en vivir en crisis. No ha lugar, pues, a la hipóstasis de un cualquier illo tempore en que las humanidades hubiesen tenido su edad de oro.
Como también enseña Gumbrecht, los studia humanitatis, la filología moderna (post-ilustrada), la teoría literaria (proyecto clausurado en tanto ciencia de lo literario), la teoría a secas y la miríada de avatares disciplinares agregables bajo la noción (débil) de post-teoría, conformaran su autoimagen, su auto-representación, fundamentándola en la función mediadora que siempre se les supuso. Por lo menos hasta mediados del siglo xx, lo que a los estudios humanísticos proporcionaba legitimación era la noción de que el proceso social, pensado como un desarrollo histórico de comunidades de perímetro variable, necesitaba de una discursividad de tipo crítico que asegurara que los discursos simbólicos –entre ellos, destacadamente, la literatura–, cumplieran su función: proporcionar una interpretación de la ‘realidad’, una lectura del presente (que aprendería del pasado, que se educaría en la tradición), e imaginar un futuro distinto (exponencialmente ‘mejor’) del presente. Había, pues, una tensión utópica en el seno de las humanidades, que no se limitaban a un desarrollo autónomo y ensimismado de sus disciplinas. Las sociedades, hoy –aunque la reducción drástica sea algo burda–, han dejado de pensarse a sí mismas en función tanto del futuro como del pasado. ¿Pueden, hoy, los estudios universitarios humanísticos pensar razonablemente alternativas a la cancelación del futuro, de los futuros, como fuerza galvanizadora de una comprensión del presente? Los estudios que siguen no responden directamente a estas cuestiones: pero sí tienen subyacente la convicción de que, como formulara Gilles Deleuze, no habiendo tiempo para la esperanza ni la desesperación, hay que seguir buscando nuevas armas.
He mencionado la adscripción de los textos que siguen a los ‘estudios interartísticos’. En todo caso, ninguno de ellos abdica de aquella filología siempre por venir: una filología crítica. Michael Holquist recuerda sus orígenes modernos en un pequeño ensayo publicado en la revista Profession, titulado sugestivamente “Why We Should Remember Philology”. Los hechos históricos son bien conocidos: la matrícula de Wolf en Göttingen como studiosus philologiae, Kant y la propuesta, en Königsberg, de preeminencia de la facultad filosófica como crítica permanente de las otras facultades (teología, derecho, medicina), e en fin Humboldt –con Fichte, Schleiermacher, Schelling– en Berlín, concediendo supremacía crítica a la filología, ciencia de las ciencias. Es en este punto que Holquist recuerda ese momento inaugural y efímero, pues en él encuentra el sentido de una filología por cumplir: “De entre las diferentes definiciones de filología que podría haber escogido, selecciono la de Wolf y Humboldt, en primer lugar porque se enraíza en un pasado que puede ser invocado en el presente. Estos hombres eran visionarios que concebían la filología no tanto como una simple profesión, otra forma de preparar la Geschäfsleute, como una misión cognitiva y ética. La filología, desde su punto de vista, era, además, una misión que exigía un constante ejercicio. Era siempre relevante, porque su consumación era un trabajo interminable, un trabajo nunca completado. Nunca completado porque su fin último era el de recordar el lenguaje. Como la facultad de filosofía de Kant, la facultad de filología es crítica” (ibidem, p. 78). La facultad de filología crítica a que Holquist se refiere, y que habrá quedado por cumplir, implica una creatividad que supone siempre desposesión. Recordar, en el acto crítico, el lenguaje es tal vez lo más difícil, pero también lo más imperativo. De ese recuerdo del lenguaje, que no tiene por qué limitarse, en sede filológica, a las palabras, dan ejemplo los ensayos aquí reunidos.

Pedro Serra
Universidad de Salamanca


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El objetivo del coloquio internacional Poesía, Cine & Fotografía. Metadiscursos y estudios de caso –evento que acogió los días 25 y 26 de mayo de 2010, en el Área de Filología Galega e Portuguesa de la Universidad de Salamanca, los trabajos del grupo internacional de investigación ‘Lyra Compoetics’, actividad integrada en el Seminario Permanente Arcadia Babélica– fue el de estudiar las relaciones entre el discurso poético y los discursos fílmico y fotográfico. El encuentro tuvo un perfil multidisciplinar y plurilingüe, con presentaciones en lengua española, gallega, portuguesa, francesa e italiana.

El objetivo del coloquio internacional Poesía, Cine & Fotografía. Metadiscursos y estudios de caso –evento que acogió los días 25 y 26 de mayo de 2010, en el Área de Filología Galega e Portuguesa de la Universidad de Salamanca, los trabajos del grupo internacional de investigación ‘Lyra Compoetics’, actividad integrada en el Seminario Permanente Arcadia Babélica– fue el de estudiar las relaciones entre el discurso poético y los discursos fílmico y fotográfico. El encuentro tuvo un perfil multidisciplinar y plurilingüe, con presentaciones en lengua española, gallega, portuguesa, francesa e italiana. El enfoque de las diferentes intervenciones ha privilegiado tanto cuestiones de índole metadiscursivo –es decir, la investigación de los modos como el cine o la fotografía son objeto del discurso poético y la poesía es objeto de los discursos fílmico y fotográfico– como el análisis de obras y autores específicos. Asimismo, el ángulo de apertura de los espacios culturales privilegiados tiene como vértice múltiple los ámbitos ibérico, europeo e íbero-americano, buscando en ellos ‘campos de fuerza’ que concurran para la inteligibilidad de los procesos modernos de la Poesía y del Cine. En este sentido, participaron en el encuentro investigadores de universidades europeas (Firenze, Porto, Salamanca, Santiago de Compostela, Sorbonne Nouvelle, Utrecht) e norte-americanas (Brown, Georgetown).
El grupo de investigadores que integró el coloquio –Amelia Gamoneda (Univ. de Salamanca), Catherine Dumas (Univ. de Paris III), Joana Matos Frias (Univ. do Porto), Luiz Fernando Valente (Brown Univ.), Manuel Outeiriño (Univ. de Santiago Compostela), Paolo Néné (Univ. de Paris III), Patrícia Vieira (Georgetown Univ.), Paulo Medeiros (Univ. de Utrecht), Pedro Eiras (Univ. do Porto), Pedro Serra (Univ. de Salamanca), Piero Ceccucci (Univ. di Firenze) y Rosa Maria Martelo (Univ. do Porto)– tuvo como objeto electivo el estudio de las relaciones entre palabra e imagen visual. Cabe, pues, dentro del marco teorético de los llamados estudios interartes, cuyo desarrollo, en las últimas décadas, encarna uno de los ámbitos más interesantes y productivos de la literatura comparada. La formación y trayectoria académica de los participantes, en este sentido, está prioritariamente vinculada a lo literario, y la implicación en los estudios interartísticos no puede dejar de inscribirse en el proceso de profundas mutaciones que viene determinando el espacio académico de las llamados studia humanitatis. Lo que vulgarmente y, hay que decirlo, de modo acrítico (en muchos casos suplementado por un más o menos asumido cinismo) se viene conociendo como ‘crisis de las Humanidades’. El sistema académico del Estado Español no parece haber representado el intenso (a la postre y en gran medida, estéril) discurso miserabilista de unos estudios humanísticos en crisis. No cabe, en esta breve prefacio, la reflexión sobre la resistencia de la Academia del Estado Español a un fenómeno que ha tenido un impacto de gran calado en las academias anglosajonas. Cuando se moviliza un determinado campo cultural en torno a un turbio objeto como el que la palabra ‘crisis’ refiere, casi siempre se termina instalando un infértil frontón de lamentaciones que no se agotan tan fácilmente (las jeremiadas decadentistas acaban funcionando por inercia). Las humanidades siempre han estado en crisis o, como acertadamente formuló hace unos años Hans Ulrich Gumbrecht, los humanistas, los filólogos, los teóricos de la literatura son, precisamente, especialistas en vivir en crisis. No ha lugar, pues, a la hipóstasis de un cualquier illo tempore en que las humanidades hubiesen tenido su edad de oro.
Como también enseña Gumbrecht, los studia humanitatis, la filología moderna (post-ilustrada), la teoría literaria (proyecto clausurado en tanto ciencia de lo literario), la teoría a secas y la miríada de avatares disciplinares agregables bajo la noción (débil) de post-teoría, conformaran su autoimagen, su auto-representación, fundamentándola en la función mediadora que siempre se les supuso. Por lo menos hasta mediados del siglo xx, lo que a los estudios humanísticos proporcionaba legitimación era la noción de que el proceso social, pensado como un desarrollo histórico de comunidades de perímetro variable, necesitaba de una discursividad de tipo crítico que asegurara que los discursos simbólicos –entre ellos, destacadamente, la literatura–, cumplieran su función: proporcionar una interpretación de la ‘realidad’, una lectura del presente (que aprendería del pasado, que se educaría en la tradición), e imaginar un futuro distinto (exponencialmente ‘mejor’) del presente. Había, pues, una tensión utópica en el seno de las humanidades, que no se limitaban a un desarrollo autónomo y ensimismado de sus disciplinas. Las sociedades, hoy –aunque la reducción drástica sea algo burda–, han dejado de pensarse a sí mismas en función tanto del futuro como del pasado. ¿Pueden, hoy, los estudios universitarios humanísticos pensar razonablemente alternativas a la cancelación del futuro, de los futuros, como fuerza galvanizadora de una comprensión del presente? Los estudios que siguen no responden directamente a estas cuestiones: pero sí tienen subyacente la convicción de que, como formulara Gilles Deleuze, no habiendo tiempo para la esperanza ni la desesperación, hay que seguir buscando nuevas armas.
He mencionado la adscripción de los textos que siguen a los ‘estudios interartísticos’. En todo caso, ninguno de ellos abdica de aquella filología siempre por venir: una filología crítica. Michael Holquist recuerda sus orígenes modernos en un pequeño ensayo publicado en la revista Profession, titulado sugestivamente “Why We Should Remember Philology”. Los hechos históricos son bien conocidos: la matrícula de Wolf en Göttingen como studiosus philologiae, Kant y la propuesta, en Königsberg, de preeminencia de la facultad filosófica como crítica permanente de las otras facultades (teología, derecho, medicina), e en fin Humboldt –con Fichte, Schleiermacher, Schelling– en Berlín, concediendo supremacía crítica a la filología, ciencia de las ciencias. Es en este punto que Holquist recuerda ese momento inaugural y efímero, pues en él encuentra el sentido de una filología por cumplir: “De entre las diferentes definiciones de filología que podría haber escogido, selecciono la de Wolf y Humboldt, en primer lugar porque se enraíza en un pasado que puede ser invocado en el presente. Estos hombres eran visionarios que concebían la filología no tanto como una simple profesión, otra forma de preparar la Geschäfsleute, como una misión cognitiva y ética. La filología, desde su punto de vista, era, además, una misión que exigía un constante ejercicio. Era siempre relevante, porque su consumación era un trabajo interminable, un trabajo nunca completado. Nunca completado porque su fin último era el de recordar el lenguaje. Como la facultad de filosofía de Kant, la facultad de filología es crítica” (ibidem, p. 78). La facultad de filología crítica a que Holquist se refiere, y que habrá quedado por cumplir, implica una creatividad que supone siempre desposesión. Recordar, en el acto crítico, el lenguaje es tal vez lo más difícil, pero también lo más imperativo. De ese recuerdo del lenguaje, que no tiene por qué limitarse, en sede filológica, a las palabras, dan ejemplo los ensayos aquí reunidos.

Pedro Serra
Universidad de Salamanca


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