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El Commentum Monacense a Terencio

por San Juan Manso, Enara

Libro
ISBN: 9788490825815

Glosas y comentarios son, desde la Antigüedad, consecuencia de la necesidad práctica de aclarar e interpretar un texto determinado. Debido a su manifiesto carácter didáctico e interpretativo, ambos se presentan tanto en la Antigüedad como en la Edad Media especialmente ligados al ámbito escolar, hecho que, en gran medida, se debe a la relativa continuidad que a lo largo de la época medieval tiene el sistema educativo, en el que la enarratio auctorum constituye la base del estudio de la gramática. La presencia de los clásicos en la clase de gramática varía -debido a factores diversos- a lo largo del tiempo, pero no cabe duda de que el Commentum Monacense (CM) se inserta en una tradición comentarística en la que, por detrás de Virgilio, el texto de Terencio ocupa una posición importante.

Independientemente de que los comentarios antiguos de Donato y Eugrafio parezcan haber sido conocidos, al menos localmente y de manera parcial, en diversos momentos de la Edad Media -no así los scholia Bembina-, la consolidación de Terencio en el curriculum escolar en la segunda mitad del s. IX dio lugar a diversos conjuntos de glosas y comentarios. En relación a todos ellos, se suceden a lo largo del siglo XIX y durante los primeros años del s. X diversas contribuciones, entre las que destacan la edición por parte de Bruns (1811) del texto y de la anotación de H -denominada Commentum Brunsianum (CB) en la bibliografía posterior- y la de una selección de glosas de M, C, G, E y D por parte de Schlee (1893).


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Glosas y comentarios son, desde la Antigüedad, consecuencia de la necesidad práctica de aclarar e interpretar un texto determinado. Debido a su manifiesto carácter didáctico e interpretativo, ambos se presentan tanto en la Antigüedad como en la Edad Media especialmente ligados al ámbito escolar, hecho que, en gran medida, se debe a la relativa continuidad que a lo largo de la época medieval tiene el sistema educativo, en el que la enarratio auctorum constituye la base del estudio de la gramática. La presencia de los clásicos en la clase de gramática varía -debido a factores diversos- a lo largo del tiempo, pero no cabe duda de que el Commentum Monacense (CM) se inserta en una tradición comentarística en la que, por detrás de Virgilio, el texto de Terencio ocupa una posición importante.

Independientemente de que los comentarios antiguos de Donato y Eugrafio parezcan haber sido conocidos, al menos localmente y de manera parcial, en diversos momentos de la Edad Media -no así los scholia Bembina-, la consolidación de Terencio en el curriculum escolar en la segunda mitad del s. IX dio lugar a diversos conjuntos de glosas y comentarios. En relación a todos ellos, se suceden a lo largo del siglo XIX y durante los primeros años del s. X diversas contribuciones, entre las que destacan la edición por parte de Bruns (1811) del texto y de la anotación de H -denominada Commentum Brunsianum (CB) en la bibliografía posterior- y la de una selección de glosas de M, C, G, E y D por parte de Schlee (1893).


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